Nos han vendido una idea equivocada del amor desde que tenemos memoria. Desde pequeños, el gigante Disney nos ha hecho creer que el amor triunfa cuando encontramos al "príncipe azul" o a una mujer deslumbrante, y que así estaremos completos y experimentaremos el verdadero amor. A medida que crecimos, el mundo también nos ha transmitido una idea distorsionada del amor: un amor vacío, basado en sentimientos volátiles, donde el corazón dicta el rumbo. Pero, ¿cómo puede ser esto posible si la Biblia nos dice que el corazón es engañoso? “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” (Jeremías 17:9).

Debemos despertar a la realidad: el verdadero amor no se basa en sentimientos ni en lo que la otra persona nos haga sentir. Nos han engañado haciéndonos creer que amar es simplemente seguir nuestros sentimientos. En realidad, cuando éramos adolescentes y teníamos un “crush”, no estábamos enamorados de la persona, sino de los sentimientos que esa persona nos provocaba en ese momento.

Entonces, ¿qué es el amor verdadero? El verdadero amor es una decisión. Es sacrificio. Es tiempo. El verdadero amor se manifiesta cuando hacemos cosas que tal vez no queremos hacer, pero las hacemos porque sabemos que debemos hacerlas. El amor es actuar conforme a lo correcto, no según lo que sentimos en el momento.

Un claro ejemplo es el de Abraham cuando estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac (Génesis 22:6-12). Abraham lo hacía porque Dios se lo mandaba, y por amor y obediencia a Dios, estuvo dispuesto a hacerlo, a pesar de que su corazón probablemente le dictaba lo contrario. ¿Qué padre querría sacrificar a su hijo? Sin embargo, Abraham obedeció porque entendía lo que es el amor verdadero.

El mayor acto de amor fue el sacrificio de Jesús. Jesús, en su humanidad, no deseaba ir a la cruz; sabía que iba a sufrir y morir, pero lo hizo por amor. Si Jesús se hubiera guiado por sus sentimientos, hoy estaríamos sin esperanza. Pero dejó de lado sus emociones y fue a la cruz por amor a nosotros. El amor es sacrificio.

Es natural sentir mariposas en el estómago al estar con la persona que amas. Eso es parte del proceso químico en nuestro cuerpo, pero no debemos confundirlo con el amor verdadero. Esos son solo sentimientos, no amor. El amor es cuando decides estar con esa persona a lo largo de los años, cuando eliges comprometerte y hacer lo correcto, aun cuando requiera esfuerzo y sacrificio. Hoy en día, el amor se está apagando porque vivimos en una sociedad que busca el menor esfuerzo posible. Ante la primera dificultad, muchos abandonan la relación.

1 Juan 4:7-12 nos recuerda:

"Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo único al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros y su amor se ha manifestado plenamente en nosotros".

Es interesante notar que el amor viene de Dios, no de nosotros. El amar de verdad no nace naturalmente en nosotros, sino que es un fruto de conocer a Dios. El apóstol Juan nos recalca que todo el que conoce a Dios ama, porque el amor proviene de Él. Si alguien no ama a los demás, no conoce a Dios, sin dejar a nadie fuera. Es decir, si amamos a todos menos a una persona, no es coherente con el verdadero amor de Dios. Si Dios entregó a Su único Hijo por amor a nosotros, ¿cómo no vamos a amar a los demás?

El amor es decisión. El amor es sacrificio. El amor no se basa en sentimientos, ni en lo que la otra persona te hace sentir. El amor no es hacer lo que uno desea, sino hacer lo que uno debe hacer. El amor es compromiso.